viernes, 24 de junio de 2011

No hay camino

Tratando de encontrarle la vuelta a esta nueva vida urbana, descubrí que siempre es mejor caminar. Los transportes públicos alojan criaturas extrañas. Se desploman en asientos o cuelgan de los caños; evitan el sentimiento y la mirada. Como si el viaje fuera un paréntesis en su vida, en el cual dejan de vivir. Yo los miro y los veo. Resignación. Apretadísimos, cachete con cachete...pero ya falta poco para la parada, un poco mas y vuelvo a ser humano. Forman parte de un ejército hipnotizado y cansado y necesario; forman parte de eso que yo no quiero. Por eso prefiero caminar.

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